Reportaje de Pedro Sosnitsky
En el Ferry a Los Mochis nos acompañó por un buen rato un motociclista de La Paz, Ricardo. Amistoso y simpático nos platicó un buen rato acerca de la seguridad en las carreteras Mejicanas

y nos dio muy buenas recomendaciones de como evitar problemas. Lo único que NO nos «platicó» es como eludir el pánico que nos produjeron sus recomendaciones.
Para evitar que a uno lo degüellen en la carretera para robarlo, lo mejor es ir con cuidado… (?) y si uno ve un carro desponchando frente a una señal de tránsito lo mas probable es que haya una cuerda de acero templada de lado a lado, la cual hace que al pasar uno se caiga y ahí lo roben solamente… Esto es, si no lo degolló el cable y el daño es peor….
Por eso, nos aconsejaba, es mejor llevar una llave de repuesto en un lugar escondido; cosa que si uno se salva del degüello y solo le quitan la plata pueda seguir en su moto… «Pero no se preocupen… es solo que es mejor ir advertido… Por ejemplo es bueno que vayan detrás de un camión porque ellos van rompiendo esas cuerdas…» etc etc.
El amigo Ricardo, sin duda con la mejor de las intensiones, nos iba arruinando el viaje.
De Los Mochis a Ciudad Obregón íbamos averiguando sobre la peligrosidad del camino… mirando cuanto carro parado había, a ver si eran asesinos, traficantes, bandoleros o que…
Ya en Ciudad Obregón, por la hora, no nos arriesgamos a seguir hacia Creel sino que mas bien nos quedamos a dormir ahí mismo, con la idea de salir temprano por esa carretera desolada que une Obregón con la ruta 16, pues es una especie de atajo que acorta en varias horas el recorrido.
En las calles de Ciudad Obregón, encontramos una oficina de turismo y decidimos investigar mas sobre el tema. La niña que atendía no tenia ni un mapa, ni ninguna información.. le preguntamos si es seguro el camino y responde … «Si, pero no… un poco peligrosón… » y yo pregunto…»Es que hay bandidos ?» y ella responde: «No, es peligroso por las barrancas y precipicios» «Ah! bien, que tranquilidad…» digo yo. «O sea que no hay peligro de robos? » y nuevamente ella responde «Pues sí… pero lleven poco efectivo…»
Salimos un tanto preocupados… pa’ que!!
Asi que decidimos que arrancábamos y si el camino se veía muy desolado nos devolvíamos.
Madrugamos, cargamos las motos antes que amanezca y con las primeras luces estábamos en la carretera. El camino es angosto y va ascendiendo desde el nivel del mar a los 2600 mts. La ruta es preciosa, los paisajes de la sierra alucinantes, una vegetación que va dejando los cactus y empiezan a aparecer los bosques de pinos.
La subida toma sus buenas 3 horas para llegar hasta el cruce con la vía principal y la verdad es que el camino es bastante solitario … Pero tiene bastante trafico de camiones que vienen desde Chihuahua. (Tumbando los cables degolladores, suponemos…)
Lo recorrimos con miedo, es verdad, pero sin un solo sobresalto. Al llegar al cruce nos paró la policía para un control de rutina. Esos controles los hemos tenido en todo el recorrido. Los retenes tambien asustan un poco porque todos los agentes están con ropa camuflada, unos pasamontañas que les tapan hasta la nariz, gafas espejadas y un tremendo fusil…

Pero son muy correctos, nos orientaron sobre le resto del camino y nos regalan una advertencia mas que casi hace que nos devolvamos. Adelante, en el camino, hay mucho hielo y es muy difícil de pasar. Hay camiones que se desbarrancaron y ellos mismos, en un Hummer patinaron para llegar hasta el reten… Pero tranquilos, solo es que vayan con cuidado…
Bueno, ésta advertencia no esta nada mal y complementa la que hay a todo lo largo de la ruta, en cada sección donde se congela el pavimento. Pasamos por todas ellas sin mayor problema y llegamos a San Juanito, el pueblo mas alto de la Sierra Taharumara, para luego bajar un poco hacia Creel.

El frío ha sido durísimo en todo el recorrido y en Creel no es menor, así que llegamos contentos a nuestra meta del día y por suerte cada cuarto tiene una hermosa chimenea de hierro que calienta delicioso. Afuera el frío cala los huesos.
Una cena al lado de la chimenea… Internet no hay… se cayó un poste y todo el pueblo esta sin acceso. Asi que a dormir, que el plan de mañana es ir a Divisadero a gozar de las Barrancas del Cobre.
A la mañana una delgada capa de hielo cubría las motos.

De Creel a Divisadero son solo 30 KM. Unos simpáticos miembros de la Cruz Roja nos invitaron a que los acompañáramos a una entrega de mercados a las familias indígenas Tarahumaras, en un poblado del camino, llamado Pitoreal.
Asi que desayunamos y nos pusimos en camino. La experiencia es bastante intensa: un grupo de jóvenes voluntarios reparte sacos de comida y aceite a los indígenas, quienes en fila ordenada reciben estas ayudas.

Vienen desde distintas zonas, donde los jefes de las comunidades los han convocado. Esto les ayudará a soportar un poco mejor el invierno, con temperaturas que llegan a 30 grados bajo cero en las noches mas crudas.
La mayoría semi-descalzos con una especie de ojotas hechas con caucho de llantas; las mujeres no hablan español… y los niños, como siempre, escurren mocos. Es una pobreza tremenda en la que se encuentran los «pies rápidos», pues es así como traduce el nombre de esta etnia en español.
En un mes volverá el vagón del tren con otro cargamento que la fundación Wallmart envía y coordina con la Cruz Roja, para ayudar a casi 6 mil familias afectadas por el invierno.
La población Rarámuri asciende a 50,000 habitantes en la Sierra Tarahumara. Las comunidades serranas dependen de la agricultura (maíz y frijol) para su autoconsumo y esta es la principal actividad económica. Sin embargo ésta comunidad resultó fuertemente afectada por los cambios climáticos ocurridos este año (sequía y heladas), lo cual generó la pérdida del 90% de las siembras.
Aunque la escena es conmovedora, los indígenas miran a su alrededor desde una historia de resignación. Sus rostros no expresan absolutamente nada que nosotros podamos leer. Ni compasión por su propia situación, ni agradecimiento con la ayuda que están recibiendo.
Conmueve mas la generosidad de los voluntarios de la Cruz Roja, quienes no solo reparten los víveres, sino que les ayudan a cargarlos. Son jóvenes de distintas partes de México con un profundo sentido solidario.
Antes de que cambien las condiciones del día, nos vamos hacia Divisadero. Llegamos justo a tiempo para alcanzar el Funicular que atraviesa la Barranca. Flotando sobre el inmenso Cañón, nos lleva hasta el Mesón de Bacajipare, un mirador que ofrece una imponente vista panorámica a la unión de la Barranca del Cobre, la Barranca Tararecua y la Barranca de Urique; esta última, es la de más profundidad: 1879 metros. Estas experiencias son sencillamente indescriptibles, así que ni intentaré hacerlo. Baste decir que es maravillosa, que «paga el viaje» y que la visual que se tiene sobre el Cañón es impresionante… Al no tener estaciones intermedias el recorrido de 2750 mts lo hace ser uno de los mas largos del mundo..

Mientras tomábamos un café en la estación, el amable mesero nos comenta… miren allá esa hermosa nube… padrísima… es nieve…
Salimos mientras caían los primeros copos y recorrimos los 30 km de regreso al hotel con una leve sensación de nieve que se convirtió en nevada tan pronto alcanzamos a llegar. Caían no copos, sino bolitas que parecían de icopor… llegamos justo a tiempo!!!
Muy lindo el relato !! besos desde el cálido Buenos Aires Rosi
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que buena la aventura, muy bueno los comentarios del motoquero y muy intenso tu relato de los Tarahumaras y el ca;on del Cobre.
Disfruten y cuenten … que la vida es un viaje de ida.
abrazos Daniel Gomez
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Hoal a todos, que buenas experencias, cada dia es un buen parrafo de la historia del viaje … los comentarios de seguridad suenan preocupantes (leyendo esto hacia caras de preocupacion) … pasa el tiempo y van avanzando sin ningun problema, es muy chevere que las personas siempre están dispuestas a ayudar y a dar buenos consejos, bendiciones y los mejores deseos a ustedes los turistas … se nota el cambio en los paisajes, cada uno tiene su valor, muy muy cheveres … seguiremos pendientes a los nuevos relatos, cuidense mucho, un abrazo a cada uno.
Diego y Alba
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