Ruta Andina 2.018 Crónica # 5

Reportaje de Gonzalo Bueno
Fotografía y video Mateo y Catalina Bueno
El martes 18 de diciembre hacia las 3:30 de la tarde entramos a Lima. El tráfico es realmente caótico, la gente maneja con mucha, mucha agresividad. Se pegan mucho, tanto los carros unos con otros, cuanto los carros y buses con nuestras motos. Uno los siente encima. Nos llegan muy cerca, al punto de sentir una falta de respeto con el espacio mínimo que cualquiera quiere tener a su alrededor para conducir una motocicleta con seguridad. Casi dos horas nos demoramos en llegar hasta el hotel, en el barrio Miraflores. Al despelote del tráfico, se le suma la prohibición existente de circulación de motos por algunas vías rápidas. Eso no lo sabe el GPS y reiterativamente nos mandaba de nuevo a las «Rutas Expresas» prohibidas, que cruzan más rápidamente la ciudad de Norte a Sur. Fue bien difícil circular en el corazón de Lima esas dos horas. Estaba muy preocupado por Catalina, pero ella lo hace muy bien. Al final parecía una limeña de nacimiento, manejando esa moto cual nativa, esquivando buses y sin dejarse amedrentar por los abusivos taxis y particulares.
Esa noche, una vez instalados, salimos a comer y a disfrutar de la deliciosa culinaria peruana, para así olvidar los disgustos de la entrada. En la madrugada del día 19, a las 2:00 AM llegó Rachel de San Francisco, para unirse al grupo de viajeros del Sur y a la travesía Ruta Andina 2,018.

Este día estaba programado para descansar, conocerla, es la novia de Mateo, pero nosotros (Gabriela, Catalina y yo) nunca la habíamos visto. También queríamos compartir un café con unos amigos locales, Los Brujos, que nos han atendido maravillosamente en viajes anteriores y como si fuera fácil, simultáneamente lavar ropa y motos y hacer unos trabajos de mantenimiento mecánico importantes.

Resolvimos casi todos esos asuntos con cierta diligencia, pero nos faltaron algunas tareas básicas. Por ejemplo no pudimos lavar las motos, cómo nos hubiera gustado. En cambio, caminando por la rambla alta de Miraflores, nos encontramos con el «parapentódromo» la pista de dónde despegan y aterrizan los parapentes que vuelan sobre la playa y sobre el centro de Lima. Este deporte me encanta.

Convencí a mis compañeros de viaje para que se quedaran en sus conversaciones de conocimiento mutuo con la recién llegada y yo me dí un vuelo «tándem» espectacular sobre esta parte de la ciudad.

En la noche, fuimos de nuevo a cenar delicias locales. Con tanta cosa por contar y preguntar a Rachel el tiempo se nos fue volando y regresamos casi a media noche al hotel. Primera falla y grave, por cierto. La jornada que nos esperaba, primera que haríamos con ella, era desconocida y larga, de Lima a Ayacucho. Por ello teníamos en mente salir 5:00 AM, lo que hizo muy corto el tiempo de dormir. Pero así y todo arrancamos a la hora prevista, pues queríamos a toda costa evitar caer en el tráfico endemoniado. La segunda y grave falla la contaremos más adelante.

Valió la pena el esfuerzo. Nos fue bien saliendo, sin inconvenientes (y sin desayuno). Más adelante, ya montados en la vía Panamericana Sur paramos por un café y unas galletas en una estación de servicio. Lo que no sabíamos es que esa era la alimentacion para todo el dia. Y seguimos rodando hasta Pisco, donde desviamos al oriente rumbo a la sierra.
Inicialmente, todo iba de perfección, salvo las «peleas» con el sueño y los bostezos, por haber dormido poco. Y comenzamos a subir ! El Perú es impresionante en este aspecto. En muy pocos kilómetros, 80 o 100 km se pasa del nivel del mar a los 4.000 msnm. A continuación, se va rodando por altiplanicies de pampa o estepa andina, subiendo y bajando levemente pero manteniendonos de forma permanente entre los 4.500 y los 4.800 msnm.

Acá Rachel empezó a sentir los malestares de esos cambios tan violentos de altura fuertemente. No podía respirar y se sentía muy mal, mareada. Estaba pálida… Y acá viene lo que hemos llamado la segunda falla grave. Le aconsejamos previamente traer medicinas para el mal de alturas. Ella está en medio de su segunda carrera, estudiando medicina. Y ha optado por principio, seguir la medicina alternativa. Por ello, no quiso tomar las pastillas del «soroche» sino probar, inicialmente, cómo le iría sin químicos en su organismo. Y de la prueba salió muy mal librada!! La pasó terrible.

Tomamos está situación con calma y parabamos cada vez que lo requería, para dejarla recuperar, pues venía muy pasada. Con un agravante adicional. Poco a poco se nos acabó la suerte climática y la famosa sierra, como es común en el verano, se fue cerrando con una llovizna fina, que se convierte en fuerte granizada, por tramos, siempre asociada con un frío del demonio. Temperaturas de 3°C y el granizo golpeandonos a pesar del equipo de protección, guantes y casco. No sé cómo, pero se mete a la cara. Y en las manos, los dedos congelados duelen, como es de suponer. Es díficil circular a más de 10 o 15 k/h, con miedo de tener el piso totalmente congelado y cubierto de hielo pues ahí el porrazo es inevitable. Y así, claro está, no rinde. Catalina muy valiente. Aguantando ésta dura etapa con mucho coraje.

Nos demoramos unas 13 horas en llegar a nuestro destino: Ayacucho. Está ciudad, con mucha edificación colonial conservada, es importante históricamente por haber sido la sede de la última batalla contra los españoles, cuando Bolívar con Córdoba y Sucre logran consolidar la independencia de la Gran Colombia. El hotel perfecto, en una casona vieja del centro, con una ducha maravillosa que devuelve el alma al cuerpo, los colores a la cara de Rachel y el ánimo a todos.

Al otro día todo cambió… El clima maravilloso volvió a ser nuestro aliado. Rachel tomó sus medicinas tradicionales y no sufrió de esos malestares, a pesar de la prueba extrema que se presenta en el camino entre Ayacucho y Abancay. Es un «serrucho» total. Salimos de 3.000 msnm, fuimos a 4.200, recorrimos un buen tramo por la pampa andina y bajamos a 1.900, para llegar a Chincheros.

Un calor de 30°C que aumenta con todas las capas que nos hemos puesto encima, para de nuevo subir a 4.000, pampa paramuna y baje de nuevo a 2.000 en Andahuaylas. Finalmente de ahí, otra prueba más a la calidad de las drogas tradicionales subiendo a 4.000 y descolgandose a Abancay con 2.000 msnm.

Paisajes alucinantes. No me canso de repetirlo. La inmensidad de las montañas, la profundidad de los valles y los abismos, esas carreteras enroscadas con hermosos nevados de fondo.

Este día y el siguiente cuando fuimos de Abancay a Cusco, el buen clima nos permitió admirar las cumbres del Parque Nacional de Choquequirao por todos sus ángulos, en particular el pico Pumasillu.

A Cusco (por su origen quechua) o Cuzco más español, llegamos al medio día. Entre ayer y hoy lo hemos caminado por todos lados, admirando la antigua capital del Imperio Inca.

Es una ciudad muy especial, con mucho turismo. Los sentimientos encontrados no faltan. Inmensas e imponentes iglesias catedrales, una al lado de la otra, con un trabajo enorme de talla en piedra que se construyeron sobre los inmensos, imponentes y hermosos templos Incas como prueba y testimonio claro del sometimiento.

Arquitectura colonial española muy conservada, con sus casonas viejas de balcones, calles empedradas y estrechas. Aquí hay mucho tema de conversación…

En la tarde salimos para Ollantaytambo donde pasearemos las fiestas, visitando Machupicchu el mismo 24.
Feliz Navidad a los fieles lectores que llegaron hasta acá!!!!

13 respuestas a “Ruta Andina 2.018 Crónica # 5

  1. La experiencia de subir de nivel mar a mas de 4.300 metros en pocos kilómetros es de las cosas mas desagradables si además no se toman las medidas o infusiones apropiadas y no hay cierta experiencia. Agregar a ello frío y lluvia, lo hace peor. Y eso no solo para uno. Imagino que la moto de Catalina es carburada y si es así debe haber batallado con la combustión de la moto, que si bien igual rueda, es como ir montada en un caballo tosiendo y estornudando.
    Me permito unas sugerencias:
    Para las alturas, además de medicinas es recomendable respirar muy profundo solo por la nariz (no boca) retener lo mas posible, exalar lento y repetir eso varias veces preferiblemente antes de iniciar las subidas. Caminar y moverse lento. Comer liviano y tomar mucha agua.
    Para el frío en los pies y pecho: colocar dentro del calzado papel de periódico como plantillas, y hojas dobles en el pecho entre las camisas y swetters o chaquetas. Se puede hacer lo mismo en la espalda. Y en las manos, comprar guantes de cirugía y colocarlos en las manos y encima los guantes de moto. Muy eficaz contra frío y humedad.
    Que sigan disfrutando y mis saludos especiales a Rachel en esta experiencia Suramericana; a la valiente y diestra Catalina y a todos ustedes mis expresiones de afecto deseándoles tengan una muy y especial Navidad.
    Francisco Sanz Brandt

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  2. Dura la jornada pero la recompensa son esos maravillosos paisajes. Pobre Rachel con ese arranque tan extremo pero la juventud aguanta todo . Un abrazo para todo el equipo y seguimos pendientes

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  3. Desde la perspectiva de la visitante “frágil”:
    Emocionalmente preparándome para el viaje, junté todos los medicamentos necesarios para el mal de altura, etc. En mi primera noche en Lima, comencé a tomar acetazolamide, el remedio más recomendable para prevenir el mal de altura. He visto en el mapa la altura de nuestro primer destino, Ayacucho, que no era mas alto que otros lugares que he visitado en las Sierras de California. Pero mi equivocación no fue rehusar el medicamento sino no preguntar a los organizadores del viaje sobre la ruta de primer día – una equivocación de principiante. De ser alguien quien vive al nivel de mar, subir aproximadamente 4,000 metros en altura es un aumento extremo y en moto no puedes subir despacio que es otra clave para evitar el mal de altura. A pesar de las dificultades del camino, el viaje ha sido increíble y estoy convencida que la mejor manera de viajar por los Andes es con los Viajeros del Sur. Tal vez, la próxima vez voy a estar en mi propia moto. 😜
    Sinceramente,
    La “princesa” Rachel

    From the perspective of the “fragile” visitor: Eagerly preparing for the trip, I gathered the necessary medications for altitude sickness, etc. On my first night in Lima, I began taking acetazolamide, the currently recommended pharmacological approach for the prevention of altitude sickness. I had looked on the map the altitude of our first destination, Ayacucho, which was not higher than places I had visited in the California Sierras. But, my mistake was not a refusal to take medications but not realizing I needed to directly ask the trip organizers about the first day’s route- a novice motorcycle adventurer mistake. As someone who lives at sea level, an approximately 4000 meter increase in altitude is extreme, and on motorcycle you do not rise slowly, which is another key way to avoid altitude sickness. But, despite the first bumps in the road, the trip has been incredible, and I am convinced that the best way to travel through the Andes is with Viajeros del Sur. Maybe next time I’ll be on my own bike. 😜
    Sincerely,
    “Princesa” Rachel

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