La Península – Parte 2

Reportaje de Gonzalo Bueno

Continuando con nuestras historias de viaje, salimos de Algeciras a Tarifa, que es el extremo meridional, el punto más al sur de la España peninsular. Como decían los abuelos, desde ahí, sí que se aprecia la costa africana “a tiro de piedra”. Exageradamente cerca. Muy bonito lugar, con playas de surfistas. Hicimos un recorrido rápido, de paso, pero debo decirles que a pesar del corto tiempo que le dimos, Tarifa nos encantó. Tiene mucho sabor y si de algo sirve, recomendamos más buscar alojamiento ahí en vez de Algeciras. A continuación, nos encaminamos al norte, hacia Cádiz.

Tarifa

Llegar a Cádiz es mágico. Este famoso y antiquísimo puerto español es de una belleza singular. Con una posición geográfica-estratégica privilegiada, fue fundada por los fenicios. ¡Pero en su larga historia ha sido invadida y tomada por todos los pueblos vecinos!  Han pasado por sus estrechas calles los romanos, visigodos, bizantinos, árabes musulmanes y hasta los cruzados, en el Siglo XIII, haciendo su camino a Tierra Santa. Desde luego, durante los Siglos XVI, XVII y XVIII los españoles ven su gran potencial, retoman la ciudad para ellos y montan las empresas crecientes de España. Crean astilleros y se desarrolla mucho el comercio marítimo. Salen cientos de aventureros y conquistadores para África y América que regresaban con valiosas mercancías: oro, plata y esclavos. En los inicios del siglo XIX, por el asedio generalizado de las tropas de Napoleón, Cádiz recibe y alberga a la clase política dirigente española, quienes la “invaden” para refugiarse del emperador expansionista. No fueron pocos; como dato curioso, en esa época, 1812, Cádiz podía tener más habitantes de los que tiene hoy en día.

Cadiz – Castillo de San Sebastian – Playa de La Caleta

Caminamos Cádiz como Dios manda. Y en la tarde descubrimos un lugar maravilloso, en una calle peatonal, con unas tapas de las mejores en todo el viaje. Alcachofas asadas… Difícil describir como las disfrutamos.

Foto Alcachofas

Día 12 de viaje, octava etapa de moto. Un recorrido corto de Cádiz a Jerez de la Frontera, en donde tuvimos nuestro segundo desencuentro con el mundo árabe nazarí. Si recuerdan, en Granada nuestros deseos de visitar La Alhambra fueron frustrados por no sacar tiquetes por internet con varios días de antelación. En Jerez queríamos desquitarnos y los sacamos con tiempo, para garantizar la visita al famoso Alcázar. Visitaríamos también la Catedral y caminaríamos lo más representativo del centro histórico.  Sin embargo, un par de días atrás, nos escribieron informándonos que el Alcázar entraba en remodelación y por tanto nos cancelaron el tour y nos devolvieron el dinero…  ¡Cero y van dos!! Visitamos entonces lo que pudimos por nuestra cuenta y riesgo.

Muy lindo Jerez, como ciudad. Su arquitectura y sus calles estrechas tienen su encanto. Pero su famoso vino Jerez, que viene en desarrollo desde la Edad Media y después con el famoso Marqués de Domecq y más actual con el Tío Pepe de las bodegas, nunca me han gustado. Es un licor dulce de sabor muy característico, pero raro… No sé..  

Poco antes del mediodía salimos para Sevilla, pasando por Utrera, último de los Pueblos Blancos que visitamos, por estos lados occidentales de Andalucía. 

Plaza de Toros – Sevilla

Sevilla nos recibió con el parking de moto más caro de todo el viaje. Módicos $23 Euros por día. Es realmente exagerado, pero, eran dos noches allá y la tranquilidad bien los vale. En el hotel, nos encontramos en recepción una niña muy querida. Simpática, amablemente nos ofrecía, mapa en mano, las sugerencias de turismo de Sevilla. Cuando le indiqué que mi admiración por García Lorca me llevaba a querer ver la famosa Plaza de Toros, donde algún día Antoñito El Camborio llegaba “con una vara de mimbre a ver los toros”, ella se entusiasmó… Le di en su vena poética. Y arrancó por aclararme que, aunque no le disgustaba García Lorca, el poeta es Granadino, vale?  Lo de los Sevillanos era por otro lado. Sin tapujos me interpeló: “Conoce Ud a Bécquer?” Desde luego, contesté … Y le solté de memoria unos renglones de sus rimas: El clásico “Volverán las oscuras golondrinas…”  Seguido de un “Los suspiros son aire y van al aire…”  Se entusiasmó aún más, como era de esperarse… Ella realmente gustaba de poesía.  Hacía mucho hincapié entonces para que visitáramos un parque, con un monumento a Gustavo Adolfo Bécquer. Y como era natural, surgen también en la conversación los, también sevillanos, hermanos Machado. “Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla…”

 Lógicamente nos mandó a ver el Palacio de las Dueñas, donde está la casa en la que nació el poeta Antonio Machado, hoy lugar turístico abierto que hasta hace poco era privado, una de las residencias de la famosa Duquesa de Alba.

De ésta forma, en la tarde caminamos Sevilla por todos lados, siguiendo instrucciones precisas de nuestra recepcionista del hotel. En particular, caminamos por la rambla a orillas del Guadalquivir. Es, sin lugar a dudas, una ciudad muy sabrosa de caminar: Todo muy plano, nada comparable a Granada y sus lomas. Por éstas mismas razones, teníamos al otro día ya reservado y “con anterioridad” un tour a pie en el que incluíamos la enorme Catedral de Sevilla. Con sus espacios absurdamente grandes, el tour incluía subida a La Giralda (torre del campanario). Desde luego iríamos a continuación al famoso Alcázar de Sevilla, otro palacio icónico del mundo español-árabe-nazarí.  Pero volviendo a la primera etapa de este tour, para darse una idea de magnitud de La Giralda, ésta torre tiene más de 100 metros de altura, tiene 25 campanas y llegó a ser por varios siglos la torre más alta de Europa.

La Catedral de Sevilla también es inmensa, como su nombre completo lo indica. (La Santa, Metropolitana y Patriarcal Iglesia Catedral de Santa María de la Sede y de la Asunción de Sevilla).  Físicamente, es la tercera catedral más grande del mundo, después de la Basílica de San Pedro en Roma y la Catedral de San Pablo en Londres. Pero como es usual cuando uno quiere resaltar sus dotes, los sevillanos dicen, (parecen brasileros), que ésta en “La Catedral Católica más grande del mundo” por dos razones: La Basílica de San Pedro no es Catedral, es basílica. Y en Londres, Saint Paul’s Cathedral, es anglicana, o sea que añadiendo el “católica” subieron al primer lugar en el podio. Para aprovechar mejor el tiempo, reserva anticipada la hicimos en esa particular modalidad, en la que le ofrecen al turista entradas a los lugares de interés “sin colas”. Un poco más caro, pero si uno puede optimizar el poco tiempo que tiene para visitar más lugares en un destino interesante, como Sevilla, vale la pena. Realmente sentimos que a la Catedral entramos relativamente rápido, con filas razonables, (nunca sin colas) pero ya solo son filas cortas entre los muchos turistas que también compran este peculiar método. Después de oír al guía los cuentos internos, la descripción de los diferentes altares, oratorios, etc. mas las historias de la tumba de Colón y las polémicas creadas sobre si están ahí los huesos del navegante o no, continuamos para el Real Alcázar de Sevilla. Hora del desquite con la cultura musulmana.

Y es de no creer…. Hicimos la cola “corta” con el grupo del tour, y al llegar a la entrada/portería nos trancaron y nos pusieron a un lado. Nosotros éramos un grupo de 12 o 15 turistas, no más que eso. Mientras veíamos a otros grupos entrar felices, nuestra Guía se mostraba desesperada. Iba y volvía, llamaba por celular, se ponía roja y al fin nos soltó la sorpresita: ¡La secretaria de la agencia que contratamos, había comprado esos 15 boletos de entrada con “anterioridad”, pero para una fecha que era 8 después!!!!!  Estábamos jodidos… No hubo forma de resolver o negociar esa entrada. Nuevamente, por tercera vez en el viaje, pero por distintas razones, estábamos por fuera de los muy bien conservados monumentos musulmanes, sin poder visitar un palacio árabe español de ésta naturaleza. Nos devolvieron la platica del tour, como en Jerez. Y chao…  Ahí, no tuvimos más que concluir con Gabriela:” Que vaina… ¡Nos tocó volver, solo para visitar estos tres palacios!!”

Seguimos en nuestras caminatas independientes. Nos gustó mucho la moderna Plaza de España, hecha en 1920 para un evento internacional. Es también de grandes proporciones. A pesar de ser un gran atractivo turístico, con muchos visitantes diarios, ahí funciona parte de la administración municipal. También hay unas oficinas y museo de las fuerzas armadas.

Lo que no podía faltar en la noche para completar una visita clásica a Sevilla, era asistir a un show de baile flamenco. Sin trasnochar mucho, porque había que prepararse para dejar España, rumbo a Portugal.

La jornada de Sevilla a Lisboa fue una de las más largas de todo el viaje. Son casi 500 kms. No se sintió tan dura como la misma jornada o kilometraje en otros viajes porque las excelentes carreteras con promedios altos de velocidad, sin huecos y sin estrés, hacen que las etapas así, en Europa, sean más descansadas.  El clima también ayuda. Ha venido mejorando, tanto en lluvias, que ahora son más escasas, como en temperatura que ha subido un poco. El asunto de fondo es que nosotros estábamos realmente un poco desorientados. Al planear el viaje, imaginamos siempre una primavera más calurosa y desde luego, menos lluviosa. Por esto, sentimos muchas veces que no estábamos llevando la ropa adecuada.

La Comunidad Europea acabó con una de las mejores y más deliciosas sensaciones de los viajes internacionales en moto. Los pasos de frontera. Llegar al lugar de la talanquera, parar, bajarse, con sellada de pasaporte a la salida y nuevamente a la entrada, algo de burocracia, cambio de idioma, enredos etc. Ahora uno ni se da cuenta en que momento las señales de tráfico o los avisos de carretera cambian de idioma. Sin embargo, el cambio se pudo apreciar en la primera repostada de combustible, en donde empecé a notar que mi portugués brasilero con “sotaque”, les sonaba extraño, raro. Pero ahí nos defendimos ampliamente con él.

Al llegar a Lisboa dimos muchas vueltas siguiendo instrucciones de GPS. El hotel estaba un poco retirado del centro histórico de la ciudad. Esto, que al principio pensamos que era una “falla” nos obligó a hacer uso del transporte público, el metro, que es muy bueno.

El transporte público, bus, metro, tren de cercanías, es también la mejor forma de sentir mejor una ciudad y sus gentes. Los estudiantes, operarios u obreros, oficinistas, señoras atareadas en sus vueltas, pensionados o turistas como uno… Y para conocer la ciudad, como ya se empezaba a hacer tradición en nuestro viaje, buscamos un tour que fuera a pie, caminando por todos lados. Cada vez quedábamos mas satisfechos con ellos, es la mejor forma de apreciar el entorno. Claro está, también depende mucho del guía, su empatía y sus cuentos. Desde luego, siempre hay buses de dos pisos con audios descriptivos, coches de caballo estilo Cartagena, alegres Tuc Tuc, muchos de ellos pintados con diferentes motivos, de gasolina u otros eléctricos….

Pero la caminada es lo mejor. En la parte baja, “Baixa Lisboa”, cuatro calles peatonales, cada una de ellas con más encanto que la otra, nos llevan a lo que es la Plaza del Comercio, con su monumental monumento a Pedro IV de Portugal o Pedro I de Brasil… Y desde ahí, se abre una hermosa vista del estuario o la desembocadura del rio Tejo (Tajo), que viene desde España y el puerto comercial. A diferencia de nuestra predecesora Sevilla, Lisboa si tiene una geografía de elevaciones y lomas por todos lados.  Pero el guía era un experto en llevar turistas viejos, con mas dificultades para caminar en subidas fuertes. Sin menoscabo de los lugares emblemáticos a visitar, tenía un recorrido extraordinario con ahorro de energía, de esos que solo conocen “locales”. Por ejemplo, nos decía “Por este callejón salimos mas fácil a la plaza tal, por esta calle después, pues al fondo tiene unas escaleras eléctricas”. Y más allá, “los turistas nunca saben, pero metiéndose a este edificio, hay un ascensor que nos lleva a…” Maravillosos ahorros de calorías en estas lomas.

Estacion del Tren Sao Bento

En la tarde tomamos un tren de cercanías y fuimos a Sintra, donde se conservan un par de castillos de la edad media. En estos casos, visitando sitios tan estrechos y concurridos, la mejor decisión es dejar la moto guardada y hacer estas visitas también en transportes públicos. Adicionalmente, conoce uno otros turistas en el tren, conversa y se distrae más en el viaje.

Las fuertes caminatas del día, por la mañana en la ciudad y por la tarde en Sintra, nos hicieron merecedores de una buena comida restauradora. Confieso sin pudor, que nunca en la vida me habían servido una cerveza tan deliciosa y en estos términos:

Aunque suena raro, en la noche aun tuvimos gasolina para seguir andando por el centro histórico y retornamos al Barrio Alfama cuna del fado, donde habíamos estado por la mañana.  Mas cervecitas en bares de terraza, oyendo algo de esta música tan especial.

Durante el día probamos en diferentes lugares el recomendadísimo Pastel de Nata o Pastel de Belem, del cual se precian mucho. Compiten entre los locales por ver quien tiene “el mejor”. Y realmente todos son muy buenos. Como no podía faltar, probamos el bacalao portugués, sin mucho entusiasmo.

De Lisboa tomamos rumbo norte hacia Porto. Hicimos una pequeña parada en Óbidos, uno de los pueblos medievales mejor conservados de Portugal. Son estos lugares tan especiales, los que permanentemente en éste viaje nos van transportando en la historia. El viejo continente no deja de enseñarnos. Se aprende y se repasan conocimientos históricos.

Teníamos también la oportunidad de hacer una visita religiosa a Fátima y su virgen, pero la dejamos de lado, pues no queríamos exagerar en mística y después pasaríamos por el lugar de otra virgen famosa, Lourdes, en Francia. Quisimos dedicarle más tiempo a Porto. ¡Que ciudad!!

Conseguimos un hotel en lo alto de la colina y apenas llegamos y desempacamos las cosas, salimos a lo nuestro: ¡A caminar!! Calles o callejuelas empedradas, con mucho sabor, almacenes, bares, restaurantes, que en algunos casos ya son exclusivamente peatonales. Llegamos a la linda Plaza de Lisboa, cerca de la Universidad y de la Iglesia del Carmo, en donde, en un costado, una fila enorme de turistas nos indicaba que algo importante había por ahí. Al acercarnos descubrimos la Librería de los Hermanos Lello. Con más de 150 años de fundada, es una antigua, clásica y hermosa librería que ha sido catalogada como una de las más bellas del mundo. Desde el 2018 se “viralizó en redes” cuando decían que había sido la inspiración para los libros de Harry Potter, recibiendo millones de turistas al año. J.K. Rowling, autora de la zaga, desmintió la vaina, pero los dueños de la librería ni lo sostienen, ni lo niegan, simplemente ahí siguen facturando sin inmutarse. Cobran la entrada a 8 o 10 euros que Ud puede eventualmente recuperar si compra un libro. Por lo que vi, creo que nadie compra nada, pues es una chichonera de gente entrando por tandas y adentro todos apretados se van empujando en escaleras estrechas para no trancar el recorrido…

Al día siguiente nuestro ‘tour a pata’ nos citó frente a la alcaldía, “Cámara Municipal de Porto” en la explanada de la Ave de los Aliados. Es una edificación espectacular.

Y entre cuentos y leyendas fuimos recorriendo calles, parando y dando tiempo a los lugares icónicos de esta bella ciudad, pues cuenta con un amplio patrimonio histórico en permanente recuperación y remodelación desde hace ya varios años. Tiene un poderoso sistema de metro, de los más grandes de Portugal, con muchos tramos también en construcción o remodelación, en los que uno aprecia lo difícil que es combinar estas obras modernas con el patrimonio histórico. ¡Sin embargo, la sensación es que lo están haciendo bien!! Son muchas obras, pero no alcanzan a esconder la belleza de la ciudad. Antiquísimos cafés, Teatros, iglesias como la del Carmo y la Catedral. El barrio judío y muchas calles comerciales. Por otro lado, me dejé tentar de la recomendación de nuestra joven guía, por un plato especial que estaba muy de moda: La francesinha: Es como un emparedado, un sánduche de tres pisos, con jamones, embutidos y chorizos de relleno, servido en plato de sopa porque además viene con queso derretido y escurriendo por los lados. Se complementa con un huevo encima. Muy saludable. Para milenios… No sé si arrepentirme de haber pedido esto, en un restaurante clásico, con meseros peliblancos de esmoquin, donde había otros platos portugueses mas típicos.

Y en la tarde cambiamos de ambiente. En la parte baja, se encuentra el rio Duero con toda su parafernalia ribereña. Paseos diversos en botes y una oferta turística variada, artesanías, música, espectáculos callejeros, en los malecones de ambos lados. Lógicamente, no podíamos irnos de este lugar sin experimentar una deliciosa cata de vinos de Oporto. A diferencia del Jerez, los oportos si me gustan mucho mas.

El regreso al hotel, loma arriba, se hace dura caminata después de estar todo el día en el oficio. Pero como les decía, nos dejaban muy satisfechos estos recorridos en las diferentes ciudades.

A continuación, regreso a las tierras españolas, esta vez camino a Galicia, Santiago de Compostela.

No exactamente como lo hizo Mateo, desde Bilbao por sendas de bicicleta, o como mi Comandante Arturo Posada, desde Portugal a pié y donde solo son una etapa en bicicleta. Esos 10 o 12 dias de recorrido de Arturo (280 kms) los recorrimos en un par de horas.


2 respuestas a “La Península – Parte 2

  1. Mi estimado Gonzalo! Del carajo su narración. Me encantó recordar muchos de esos lugares, pero la famosa librería de Porto… es única. Como lamente que nosotros no hubieramos podido llegar a España y rodar juntos un rato. Abrazos a los dos.

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