Panamá

Efectivamente, al despertar en Ciudad de Panamá decidimos salir del pulguero. Nos fuimos a visitar el Canal y admiramos la maravillosa de obra de ingeniería que completa ya cien años de servicio. Es difícil dejar de sentir en éste país que todos nuestros bisabuelos son comunes y así mismo, eran todos colombianos y que al entregar ésta parte del territorio por unos cuantos dólares, entregamos un lugar estratégico invaluable. Da cierta tristeza haberlo perdido. Pero mas extraño y doloroso es oír a los nuevos representantes y senadores panameños dando declaraciones en los noticieros de TV (con relación a unos ataques de las FARC en los días anteriores a nuestra llegada, que terminaron dejando algunos guerrilleros presos en Panamá, con los cuales no saben bien que hacer…) pidiendo que «normalicen» la situación migratoria para lo cual lo único que se debe hacer es exigir visa a los colombianos… Como la ven ?

Pero en fin, el Canal siempre será descrestador !
Al salir de nuevo, tremenda sorpresa en el parqueadero del Canal: Me robaron un emblema lateral de la moto ! Primer robo y primer aviso… Cascarero y aburridor, como una severa advertencia sobre lo que nos queda. Es muy difícil no disfrutar todo lo que tenemos por delante por estar «cuidando» las motos e igualmente aburridor es entrar uno después del otro a cada uno de los sitios turísticos sin poder compartir nuestras impresiones simultáneamente. Pero seguramente será así en adelante.

Como ya lo habíamos pensado, tomamos a continuación carretera rumbo norte, en lugar de ir a visitar Colón. Tomar «rumbo Norte» es un decir, pues realmente uno hace muchos kilómetros rumbo sur y suroeste, por la geografía despistadora de Panamá. La carretera, de doble pista y doble carril en cada pista es muy buena. Demasiado buena como para confiarse y tener al poco tiempo el primer llamado de atención. Pasamos a 120 km/hr por una zona de 50 Km/hr (zona de Hospital repentina… ¿Cómo saber que ahí había un Hospital?). Esas pistolas de control de velocidad que tanto daño nos están haciendo en Bogotá y en Colombia en general, están también muy de moda en todos estos países. En fin, la parada de llamado de atención nos sirvió para conocer a unos canadienses harlistas y «colaborar» un poco con las autoridades panameñas.
Finalmente, caminando a otro ritmo, llegamos en la tarde a una hermosa playa, Las Lajas, cerca de la frontera y lo suficientemente poco explotada como para hacernos sentir seguros del lugar, en cuanto a robos de mas vainas. Realmente, ésta playa es uno de esos paraísos recónditos, deliciosos para pasar un par de días lejos del mundanal ruido.

Juzguen Uds. si valía la pena quedarse por estos lados……

Vean fotos completas en la sección «Galería de Fotos» al lado derecho.


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