La Península – Parte 3

Reportaje de Gonzalo Bueno

Salimos de Portugal como entramos…. Sin darnos ni cuenta a qué horas pasamos la frontera. Porque volviendo al cuento de los idiomas y las lenguas autóctonas de cada región, país o comunidad autónoma, al llegar a España de nuevo entramos por la frontera norte, a Galicia. Y el gallego, como idioma, tiene mucho de portugués. Es una combinación muy interesante. Así que veíamos los avisos de “Ponte XXX”, “Rua XXX” y otros en español, que realmente despistan a cualquiera.

La carretera espectacular pues alcanzamos a salirnos en varios trayectos para tomar rutas que fueran secundarias, evitando autopistas. El buen clima que nos acompañó en la última semana, se fue disipando y comenzaron nuevamente las lluvias. Al llegar a Santiago de Compostela, habíamos escogido un hotel campestre, Casa Grande do Bachao que era un antiguo claustro. Pequeño, a 15 kms de Santiago, en medio de unos bosques y fincas, una familia lo convirtió en Hotel. El padre es un cheff muy bueno. La madre y una hija se ocupan de las labores administrativas y cuenta solo con un par de empleados más. Son unas 10 habitaciones con un ambiente muy especial.

Fotos Casa / Collage

Un delicioso lugar para descansar de verdad, verdad. Esa noche tuvimos nuestra primera cena, con el menú único escogido por el cheff. Muy sabroso. Nuestra idea era visitar Santiago y caminarlo como es debido, al día siguiente. Pero éste lugar estaba tan relajante que llegamos a pensar en no ir. Tal vez quedarnos el día entero en ese mágico lugar, leyendo, tomando algo de sol si aparecía de nuevo y deleitarse con un par de drinks era una mejor opción…

Pero el deber llama y al otro día, una vez desayunados, salimos a cumplir con nuestros deberes peregrinos en tan mítica ciudad. El ambiente que se respira en la famosa plaza de la Catedral, a donde llegan los peregrinos/caminantes de todos los rincones del planeta por muchas rutas distintas, es sobrecogedor. Estos peregrinos conforman la muestra más variopinta de seres humanos que pueda uno imaginar. Los hay católicos y cristianos, desde luego. Pero muchos otros peregrinos, sin ser practicantes religiosos, hacen el recorrido dando rienda suelta a su propia espiritualidad. Meditando, cavilando en el camino, mascullando sus propias ideas, miedos, juicios, propósitos, raciocinios, etc. No faltan los deportistas que hacen el recorrido, textualmente, por deporte. Pragmáticos, sin preocuparse por ir mas allá en su propia espiritualidad. En bicicleta ó trotando, algunos de ellos, los más competitivos, midiendo sus tiempos, sus desempeños, como si fuera una larga maratón. Y muchos otros, más turistas que peregrinos, llegamos a visitar el lugar en moto, en carro, en avión. Algunos vienen a recibir o recoger a sus parientes que han llegado como peregrinos. También es interesante verlos, al llegar, cuando se funden en acalorados abrazos, contándose las ultimas anécdotas de viaje. Ya sea para familiares que los estaban esperando o para colegas con los que se han compartido en esos últimos días las peripecias, satisfacciones y desdichas propias del viaje, salen a relucir cojeras, ampollas en los pies, calambres, insoladas. Celebran emocionados esa culminación del viaje.

Y les digo a todos Uds: Tienen que ir a Santiago. En cualquiera de esas categorías, la que quiera, la que escoja, la que más se le acomode. Caminando, en bicicleta, en carro o en moto. Es un proyecto por cumplir, un destino en la vida.

Al regresar a nuestro pequeño convento-hospedaje, quise explorar una ruta alterna, con caminitos destapados, como nos gusta. Y se me iba complicando la vida. Camino de tierra super cerrado, mucho barro y charcos de las lluvias del día anterior. Y como siempre, cuando se explorar una ruta así por primera vez, sin ninguna garantía de que íbamos a encontrar la salida que era. Gabriela molesta, mas que todo por la posibilidad de llegar embarrados hasta el cogote. Como era día de turismo, estábamos con la “ropa de civil”, de calle, pantalón normal y tenis. Y en un viaje tan largo y con tan escasas posibilidades de lavar y secar ropa cómodamente, pues…. Con el rabo entre las piernas, me tocó recular y buscar el preciado asfalto. En este viaje nos habíamos propuesto no salir a destapados. Pero con esta fuerza de voluntad del piloto…

Esa noche tuvimos nuestra segunda cena con el cheff Casa do Bachao. Nos sorprendió con un bacalao espectacular. Nada que ver con las preparaciones clásicas, que conservan el sabor fuerte característico de éste pescado. Era de una suavidad única, sobre un puré de papa cremoso. Un par de vinos y a descansar para no pensar más «en lo buena que pudiera haber sido esa rutica off».

Día 20 de viaje, jornada 12 de moto. Salimos de Santiago a Gijón, comunidad autónoma de Asturias, con toda la indumentaria de lluvia puesta. Amanecimos con una llovizna muy leve, pero había un pronóstico feo para el día. Y así fue. El recorrido total era respetable, 362 Kms. Sin embargo, pensando en las rutas peregrinas, fui programando en el GPS y en el Waze rutas alternas de menor tráfico y mejor paisaje. Cuando pasan un par de horas y la lluvia arrecia, estos caminitos secundarios empiezan a perder su encanto. Y mucho mas, cuando uno va paralelo a la Autopista rapida, viéndola a un costado, como nos pasó, ellos allá muy rapidos pero nosotros yendo muy despacio, por los pueblos, con semaforos, ‘policías acostados’ o resaltos, etc. En ese momento, uno solo piensa en llegar al destino del día, eco aventuras para despues… Volvimos a las Autovías. Hacia las 2 de la tarde, poco antes de Gijón, desviamos nuevamente en una zona rural. Estábamos ya a 5 o 6 kms del hotel destino, según nuestros cálculos y los aparatejos. Empapados, aún seguía lloviendo y el Waze entró en disputa con el GPS… ¡La cagada!! Uno decía que pa’ cá y el otro que pá llá… Paramos en un recodo del camino a revisar la ruta y vimos al frente un restaurante. Decidimos entrar y comer algo caliente. Magnífica decisión, fue una gran experiencia. Un lugar autóctono, con personal obrero de carreteras, con cascos y chalecos reflectivos, tipo ‘corrientazo’ español, allá también llamado ‘Menú del Día’. En ésta oportunidad el lenguaje de las mesas combina el español con el dialecto asturiano. Unos platos abundantes de comida casera, con sopa, seco y postre. Delicioso, barato ($17 Eur) y con un plus: Antes de quitarse uno los impermeables para almorzar más cómodo, ya teníamos una botella de vino de la casa destapada y dos copas, sobre la mesa. Ni le preguntan, ni les importa que uno vaya en moto. Eso va con el menú del día. Y las condiciones del momento no permitían otra cosa. El hotel estaba muy cerca, el tráfico hasta el destino era casi nulo, vamos, joder… ¡Nos la bebimos con gusto!  Claro, sin dejar de pensar que, en España, tal vez por esa misma cultura vinícola que tienen, las autoridades de tránsito han impuesto unas normas muy estrictas de tolerancia CERO al alcohol.

Al llegar tan tarde al hotel, mojados y a medio palo, no tuvimos ganas de hacer las famosas caminadas al centro histórico de Gijón. Nos recostamos y al día siguiente, de salida para San Sebastián – Donostia, País Vasco, hicimos un pequeño recorrido, ya en la moto. Visitamos su famosa Universidad Laboral, enorme edificación construida inicialmente por el franquismo como un orfanato.

Día 21 y nuevamente con una jornada pasada por agua, pero curiosa. Salimos otra vez equipados con todo lo de lluvia. Estaba feo el día y el pronóstico no daba esperanzas. Sin embargo, en la mañana, se abrió el día y un sol tibio nos acompañó buena parte de la ruta. En España dicen que esa es la característica principal del País Vasco y toda la costa cantábrica. Llueve mucho, seguido, todo el año. Afortunadamente, la temperatura baja de 16°C a 18°C hace que las capas impermeables no incomoden tanto. Mas bien ayudan con el frío.

A la mitad del camino, por recomendación de Mateo El Peregrino (en bici), quien vino hace relativamente poco por acá, pasamos a visitar un pequeño pueblo con arquitectura medieval y mucho turismo, llamado Santillana del Mar. Realmente muy lindo, como muchos otros en el viaje, fue recientemente declarado uno de los pueblos mas bonitos de España. En sus inmediaciones se encuentra la famosa Cueva de Altamira, patrimonio de la humanidad, con pinturas de arte rupestre, prehistóricas. Pero como es de suponer, para preservar este patrimonio, las visitas a la cueva original están solo permitidas a investigadores y científicos. Un simple turista como nosotros, puede entrar a unas replicas, al estilo Disney, muy cerca de las originales. No las visitamos.

Foto Santillana (doble)

San Sebastián – Donostia es una ciudad con mucho sabor y mucha historia. Ya muy cercana a la frontera francesa, se siente aún más el cambio con el uso de su lenguaje propio. El vasco está a otro nivel, pues para nosotros es incomprensible. La percepción nuestra, como turistas, es que los vascos lo usan con más frecuencia que sus compatriotas gallegos, asturianos o valencianos. Comparable, eso sí, con los catalanes que también usan el propio frecuentemente, siempre mostrando mucho orgullo de su lengua. La diferencia, para nosotros, está en que los avisos y letreros catalanes uno los puede leer e interpretar, correctamente en la mayoría de los casos, aún sin saber el idioma. Los avisos vascos no. ¡Uno duda de que los entiendan ellos mismos!

Miren ésta comparación: El inicio de Oración “Padre nuestro, que estas en los cielos”:

En Catalán: “Pare nostre que esteu al cel”                                                                                      

En Vasco – Euskera: “Gure aita, zeruetan zarana, santu izan bedi zure izena”

Ni sé hasta dónde llegué con el segundo.

Nuevamente volvimos a nuestros hábitos y costumbres. Caminamos San Sebastián por todos sus rincones. Como decíamos arriba, una ciudad con mucho encanto. Sobre una bahía de playas muy amplias, lamentamos mucho no tener mejor tiempo y que hiciera más calor en Mayo para disfrutarlas. El centro histórico, sus calles empedradas, sus edificios y monumentos antiguos tienen su encanto.

Buenos restaurantes, excelentes helados, rica de caminar. Y nos llegó la hora de pensar en otro idioma. En francés. Próxima parada: Lourdes

¡En Francia, escampó! Por lo menos para comenzar. Y los límites de velocidad aumentan razonablemente. En carreteras secundarias son 90 Km/h. ¡Y en autopistas, 130 Km/h. Perfecto! Realmente no se necesita más, cuando se está paseando placenteramente en moto. Esporádicamente se encuentran vehículos que van más afanados. Un poco más de velocidad estaría bien, no se siente que sea nada peligroso o inseguro rodar a 150km o bien 160 km/h.  El primer día de rutas francesas nos llevó hasta Lourdes. Interesante visita al Santuario donde a la pastorcita Bernadette se le apareció la virgen unas 18 veces, en 1858. Se encuentra a la orilla de un hermoso rio, el Gave de Pau. La virgen le pidió a la niña raspar una peña y de ahí brotó una fuente que hoy perdura y de donde toman el “agua bendita”. Despues de los sucesos de mil ochocientos, empiezan las visitas de creyentes. Y cuando la historia coge vuelo y la iglesia lo acepta, empiezan la construccion de una capilla, una iglesia, se vuelve catedral y hoy es una basílica enorme de tres pisos.

Tienen adicionalmente unas piscinas donde miles de fieles enfermos toman un baño con la esperanza de que sea milagroso. De todos estos baños, reportan alrededor de 70 casos registrados y/o confirmados como milagros y muchos miles mas sin confirmaciones, solo son placas o lápidas pegadas en las paredes de la basílica. Personalmente, como ateo, me sentí muy impresionado al ver tanta gente reunida y la mucha fé que le ponen a esos milagros. Pero no alcanzó para convertirme.

Acá pueden apreciar en la base de la basilica, la gruta y fuente de agua que brota de la peña. La gente hace una fila para tocar el sitio y los que ven sentados esperan una misa que se van celebrando, una detras de otra en diferentes idiomas.

Aunque el paso por ésta región fue muy rápido, pudimos notar como el idioma vasco traspasa fronteras, perdurando en el lado francés. Se conserva en esta zona, donde mas de 200 mil franceses tambien hablan Euskera en ésta zona denominada formalmente departamento de los Pirineos Atlanticos.

Día 23 de viaje, jornada 14 de moto. Muy corta, 50 km. Una de las mas esperadas. Salimos de Lourdes a treparnos en los Pirineos franceses, donde teníamos hospedaje en un pequeño pueblo, Gédre-Gavernier.  El clima, de nuevo un poco lluvioso, se sumaba al frío propio de éstas montañas. Salir lloviendo y con 4°C no es agradable del todo.

Los paisajes de la zona bien valen la pena y uno se aguanta lo que sea. Como el recorrido del día era muy corto, pasamos de largo por nuestro destino y seguimos en la búsqueda de un refugio de esquí que aparecía en el mapa, para más tarde retornar por la misma ruta al hotel.  Cuando se planean los viajes, eso es lo más motivante que uno encuentra en los mapas de Google. Si un lugar de esos aparece, con fotos muchas veces, es muy tentador valorar la dificultad, medir el esfuerzo e intentar llegar hasta allá. Se fabrica uno mismo sus propias metas. Así fue como nos propusimos este desafío, trepándonos por una carreterita muy angosta, muy pendiente y algo mojada. Cero tráfico, ni subiendo, ni bajando. Al principio encontramos un rebaño de cabras y su pastor malhumorado por el «susto» que provoca el ruido del motor de la moto a sus animales, mientras yo iba a su paso, 100 mts atras y creyendo que era el mas respetuoso de los moteros. Repito, no nos cruzamos con ningún vehículo. Eso le daba mas sabor aventurero y de riesgo, del que ya tenía. Con algo de esfuerzo pudimos llegar y conocimos el albergue mencionado, “Auberge du Maillet”.  ¡Claro que valió la pena!! Chocolatico o café caliente y una corta charla con los dependientes antes de regresar. 

El pueblo de Gédre-Gavernier es una pequeña aldea, muy tranquila en estas épocas de baja temporada. Pocas calles para caminar, pero igual lo recorrimos de arriba abajo. Nos llamó la atención el cementerio, en donde en una sola tumba reposan restos de toda una familia. No averiguamos mucho, de hecho no había con quien, pero me imagino que serán osarios o cinerarios (cenizarios, decimos nosotros, pero parece que esa palabreja no existe aún en el diccionario español). Curiosamente, había unas tumbas que albergaban hasta 15 parientes.

Y el Hotel, una maravilla. Comida muy agradable, coñac, chimenea. Apenas bueno para descansar del frío. A la hora de irse a descansar, me quedé hablando un poco con el posadero y me soltó una bomba: la ruta que nos proponíamos hacer al otro día, estaba cerrada por nieve hasta inicios de Junio. Eso me aclaraba porque en el Google Maps no podía planear el recorrido por ahí, a pesar de verlo el camino en los mapas.  

Al día siguiente salimos a nuestra etapa reina, con mucha incertidumbre. Otra vez era recorrido corto, 70 kms solamente, con unos lugares de alta montaña en los Pirineos. Sobra decir que, para nosotros, viviendo en Bogotá a 2.600 msnm éstas son altitudes muy bajas, que apenas rondan los 2.000 metros. Sin embargo, son paisajes alucinantes, de picos nevados que en nuestras tierras tropicales poco vemos. ¡Sin ninguna duda, ésta sí que era la etapa TOP!!! Se trataba de cruzar el famoso alto del Tour de Francia, denominado el Tourmalet. La icónica carrera de bicicletas, ha convertido este paso de montaña en un mito. Sentía un desasosiego enorme por la noticia recibida. Una frustración infinita. Quería reconfirmar de alguna manera ese dato antes de llegar al punto de cruce. Le propuse a Gabriela que nos metiéramos por ese desvío de cualquier forma, hasta donde nos trancaran el paso. Pero ella estaba temerosa, no quería correr más riesgos, después de la temeraria jornada del día anterior. Accedí, no muy contento, pero accedí. Planeamos otra ruta dando un rodeo enorme por caminos bajos, planos, pues nuestro destino final para ese día era un AirbnB exactamente al otro lado de la cumbre. Entre más avanzábamos, más crecía mi frustración. Llegamos a nuestra posada relativamente temprano y le dije a Gabriela que se fuera instalando, que yo iba a intentar subir solo por el otro lado. No podía resignarme a que, después de planear éste viaje con tanto tiempo y entusiasmo, no llegáramos a la cima del Tourmalet, una de nuestras “metas” mas preciadas.

“Juntos en las buenas y en las malas…. ¡Y hasta donde sea!”  Me dijo… Y a mí, me gustó.

Era una frustración compartida. Había que quemar todas las posibilidades, superar ciertos miedos viendo la realidad, para no sentirse tan mal. Y nos fue muy bien. Realmente es un recorrido de montaña muy normal, buen asfalto y corto. La subida como tal son 16 kms por este lado y 18 kms por el que no hicimos, del otro lado. Y de nuevo:  Vale la pena insistir y no perder la posibilidad de llegar a un lugar como este. Esta región es denominada el departamento francés de los Altos Pirineos.

Regresamos a Gerde, a nuestro hospedaje en una casa rural francesa por donde ya habíamos pasado. Es un pueblo mínimo, típico de la campiña francesa. La casa la atiende una pareja de locales, no necesitan mas, pues realmente solo alquilan dos de sus cuartos. En la otra habitación teníamos de vecinos otros dos franceses, viajeros en carro. Como es usual en estos negocios pequeños, la pregunta fija al llegar es si uno va a compartir la cena con ellos. Generalmente, uno de los hospederos es cheff o bien sin querer darle tanto título, es quien se encarga de la cocina. En este caso, era el patrón. Departimos una cena deliciosa:  la entrada de queso de cabra, jamón y paté acompañadas de un vino seco que se mezcla con licores castañas o frutos rojos, la hicimos parados de manera informal alrededor de una mesa en la cocina. Después, sentados a la mesa divinamente decorada de platos y cubiertos.  Primer plato, espárragos confitados. Plato principal, conejo en salsa, papitas y ensalada. Completa la cena un postre de cerezas de estación… Lo disfrutamos mucho, así como la conversación en francés, para la cual hacían esfuerzos y mímicas que nos ayudaban a entenderles mejor.

Al día siguiente salimos temprano a una jornada larga que nos llevaría a Carcasona. Recorrimos el departamento de los Pirineos Orientales, donde la lengua paralela es el Occitano. Carcassone es una ciudad de ensueño. Tal cual, literal.  Como de sueño de hadas.  Una ciudad que conservó y ha venido restaurando el castillo medieval junto con el pueblo o aldea que se explaya a su alrededor. Visitarla es transportarse en el tiempo. Tiene en su haber mucha historia. Y a su alrededor, novelas, libros, leyendas que siempre involucran a la Iglesia Católica y sus desmanes, persecuciones y la Sagrada Inquisición, a los reyes de Francia, con sus jugadas para apropiarse de riquezas ajenas que generalmente tenían que ver con templarios, cruzados y masones. De esta manera, al caminar por sus estrechas y empedradas callejuelas uno va dando rienda suelta a la imaginación, elucubrando las actividades diarias de la gente en ese villorrio.

Libros recomendados para ambientar este lugar, las historias de Kate Mosse, La ciudad del Fuego y La Ciudad de Las Lágrimas. Muy interesantes y sabrosos de leer.

Notas al margen: En Carcasona fue en la única ciudad en la cual nos tocó dejar la moto en la calle. Es algo intranquilizador. Pero en fin, cuando toca, toca.

Y de esta manera se nos acaba la corta, pero intensa, visita a Francia.  Salimos de nuevo a España, buscando las costas mediterráneas. Nuestro próximo destino sería Girona, pero antes hicimos un recorrido simpático acompañados por Salvador Dalí. Primero nos metimos de Francia a España muy pegados al mar. Las autovías principales van por el interior. El objetivo de buscar esas carreteras pequeñas, de riscos y montañas pegadas al mar, era llegar a Cadaqués, balneario turístico en el que Dalí tenía una casa y vivió varios años. Sin saberlo, ese lunes 20 de Mayo era un festivo francés y muchas motos y automóviles se dirigían a Cadaqués a pasar el día. Un tráfico duro. No logramos ver la Casa museo del maestro, pues había un gentío grande y después de un almuerzo playero nos dirigimos a Figueras, donde nació Dalí y está el gran museo con buena parte de su obra. Este museo, como era de esperar, sigue los nuevos lineamientos: boletas SOLO por internet y compradas con anterioridad.  No habíamos hecho la tarea con juicio, pero como decían las abuelas: “Al que le quieren dar, le guardan.” Parados en la puerta del mueso entramos a internet y listo.  ¡Entrada en 15 minutos!! Casi no nos da tiempo de dejar la moto en un parqueadero: entramos de una. Maravilloso y descrestante lugar. Es un museo que vale mucho la pena no perderse si están por esos lados.

Y finalizando la tarde, con algo de lluvia, seguimos para Girona, donde descansaríamos por tres noches de tanto trajín turístico hotelero, en familia. Allá vive mi sobrina Malula, con su marido Pau y la bella Nina.

Adicionalmente, la mamá de Malula, María Eugenia y su hermana Consuelo estaban por Girona a donde van a menudo a pasar temporadas. Paseamos, turistiamos y caminamos (como siempre) delicioso. Comimos delicioso, vinitos y whisky… Mejor atendidos, imposible. Salimos un par de veces en patota, tomamos buses urbanos y también intermunicipales. Visitamos juntos pueblos vecinos, como L’Estartit, y si alargamos la temporada habríamos visitado muchos mas. Pero hay que dejar excusas, motivos y razones para volver.

Dentro de Girona las caminadas son fantásticas. Que ciudad tan encantadora. Calles empedradas, conservadas, mucha historia a cuestas, (como casi toda población en España y Europa), los muros de la ciudad fortificada, plazoletas y fuentes. Tiene tanto sabor y tanto porte que ha sido seleccionada como locación para filmar varias películas, como “El Perfume” y algunas series. Entre las series mas destacadas, hay escenas de Juego de Tronos que fueron hechas en las escalinatas de su catedral. Cuando hicimos la visita caminando por la ciudad, nos guiaba una señora que nos mostraba, en un folder particular de su archivo, fotos comparativas de la ciudad y el filme. Simpático ejercicio.

Escaleras de la Catedral de Girona

Y como toda historia llega a su fin, despues de este delicioso descanso en Girona, una corta y tempranera jornada nos llevó de nuevo a Barcelona. Organizamos nuestro reguero de equipaje motero en el hotel y fuimos a dejar la moto. En IMTBIKE muy generosamente nos habían guardado las maletas grandes de viaje en avión, para éste duro regreso a la realidad. Nos quedó libre el resto del día para repasar Barcelona, caminar La Rambla y buscar en una calle lateral escondida un restaurante con menos turistas, que nos permitiera celebrar ésta clausura con un último y especial almuerzo.

Una gran aventura, una travesía realmente suave, en cuanto a carreteras y conducción, con un componente muy turístico, que sobra decir, recomiendo a todos. Ahora, si Ud puede prolongar y dedicar mas tiempo a cada una de las ciudades visitadas, mejor.


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