Ruta Andina 2.018 Crónica # 3

Reportaje de Gonzalo Bueno Fotografía y Vídeo de Catalina y Mateo Bueno

El lugar que visitamos hoy, o mejor, el recorrido que hicimos hoy, merece una crónica especial. Así sea solo de una sola jornada. Ya se verá porqué.
Salimos temprano de Huanchaco, de las playas en el hotel Huankarute, donde el mar ofrece olas magníficas a los surfistas madrugadores. A medida que pasa el dia se van calmando las aguas y en la tarde es ya dificil practicar este deporte. Salen entonces los kayaks, pero no vimos los clásicos deportivos. Salen los que se hacen con las plantas de totora como los inventaron los antiguos incas.

 

Un día de descanso puede ser contraproducente. La estadía en la playa, con el viento frío que viene del mar engañó a la juventud de ésta travesía. Catalina y Mateo se confiaron de ese sol traicionero y a falta de abundante protector solar se quemaron feo la piel, como buenos «cachacos» (bogotanos) cuando salen a pasear por primera vez a Melgar… A todos nos ha pasado, pero en este viaje es una calamidad. Hoy el uniforme de moto les pasó cuenta de cobro, les pesó más de lo normal y les incomodaron mucho las botas y rodilleras. Pero con algo de estoicismo ellos van llevando estás penas, pues no hay nada más que hacer.
Nos dirigimos inicialmente a la circunvalar de la ciudad de Trujillo, sin entrar nuevamente al caótico tráfico ya conocido, tomando la Panamericana Sur rumbo a la ciudad de Chimbote. El primer trayecto de la jornada de hoy, fue algo monótono otra vez, pero es muy bonito. Encontramos dobles calzadas que presentan rectas interminables, con desierto y dunas a ambos lados, combinado nuevamente con cultivos de esporádicos proyectos agroindustriales. Muy similar a la jornada anterior entre Piura y Trujillo.

Poco antes de Chimbote, en el puerto de Santa, paramos a reabastecernos de gasolina para así iniciar el famoso recorrido que venimos nombrando aquí: El Cañón del Pato. En éste lugar, el río Santa baja raudaloso al mar, viniendo de un valle de hermoso nombre indígena, el Callejón del Huaylas. (* Ver nota abajo).

Por el cañón sube a su lado una carretera icónica entre motociclistas y ciclistas que va desde Chimbote hasta Caraz. Fue construida sobre una antigua línea de ferrocarril que operaba desde la costa hasta los Andes llevando más que todo carga en vez de pasajeros, pero que convirtieron en carretera, en el desarrollo (?) de una hidroeléctrica sobre el río Santa. (Es una pena ver cómo las mismas malas decisiones históricas se han tomado en Colombia y Perú: acabar con los ferrocarriles nacionales!!!) El recorrido total entre Santa y Caraz pueden ser unos 100 km y el cañón propiamente dicho son solo 50 kilómetros aproximadamente, sobre los 1,800 msnm.

Acá se puede apreciar el ancho de la via

Es un cañón muy estrecho, en gran parte de su extensión, con unas paredes laterales gigantescas. Y ni que decir de las montañas andinas que se asoman por partes atrás de esas paredes, que fácilmente llegan a los 5.000 msnm. Ese sublime encuentro con la naturaleza, que se manifiesta en las «inmensidades» del entorno, es lo que hace este lugar apreciado y maravilloso.

Sus cualidades pintorescas son, en ese entorno particular, precisamente lo angosta que es la carretera, porque es realmente demasiado estrecha por haber sido construida sobre la línea del ferrocarril. Además se conservan intactos los túneles originales por los que va trepando a la sierra. Son 35 túneles consecutivos, algunos en curva. Tanto en estos socavones, como en varios recodos del camino abierto, de curvas forzadas en «U», los avisos viales le ordenan al conductor pitar o usar el claxon, como dicen por acá, para prevenir algún accidente con los vehículos que vienen en sentido contrario.

Video túneles


Díficilmente se logra cruzar una moto con un carro. Y nos tocó hacerlo, una vez en medio de un túnel. Pero otras veces quien viene bajando es un camión cargado o un bus intermunicipal !! Y quien dijo miedo. También nos tocaron algunos de estos, pero afortunadamente en lugares donde se podía cruzar sin problemas. Hasta hace unos pocos años esta carretera permanecía destapada.

Era una carretera de tierra, de terracería. La recorrimos en esas condiciones con Gabriela y nuestro amigo Tonny Strulovic en 2.013. En esa época recibía un ilustre galardón: Era la tercera carretera más peligrosa del mundo!! Imagino que después de la Carretera de la Muerte en Bolivia y alguna otra por allá en Nepal o en la India. Hoy está asfaltada casi al 100% y parece que la bajaron en el Ranking. Pero yo diría que si bien es menos probable derrapar y/o resbalarse a los abismos, por tener hoy asfalto, los vehículos se confían más y van más rápido!! Sigue siendo igual de peligrosa y asustadora.
Afortunadamente, el único accidente que tuvimos fue aeroespacial, no motociclistico. Estábamos intentando hacer una primera toma con el dron sobre el cañón y sobre el río Salta, cuando extrañamente los comandos del aparato no respondieron mas. Reportaba en el tablero que estaba en su «nivel de altura máxima» mientras se encontraba incluso por debajo del nivel del control remoto, y no quiso levantar por nada… Creímos que se iría de trompa al agua!! Con esfuerzo y pericia, después de dar vueltas sobre sí mismo y pasar al otro lado, Mateo logró traerlo hasta la orilla donde estábamos ubicados nosotros pero se estrelló violentamente en la parte baja de la ladera que caía de la carretera al río. La bajada a rescatarlo era muy pendiente, pero un dron es un dron… Sin pensarlo mucho, me lancé a recogerlo, algo osado supongo, resbalando sobre la tierra suelta y tratando de apoyarme en piedras que caían conmigo al caudaloso río. Lo rescaté y cuando comencé a subir de nuevo vi a a mis compañeros de viaje destemplados. Como es de suponer, en vez de recibir agradecimiento de mi gente, me «vacearon» (regañaron) hijos y mujer!!! Así es la vida…

Ver vídeo accidente

Llegamos a Caraz temprano, a almorzar tipo 3:00 PM lo cual mejora bastante nuestros hábitos y horarios. Conseguimos un hotel muy bueno y recomendable, Los Pinos Lodge. Es una casona vieja, colonial y enorme, de esquina, al lado de la Iglesia de la Merced. De esas que tiene entrada a lo que antiguamente sería la cochera, de caballos y bestias, por la otra cuadra… Y al llegar por ahí a un bien cuidado patio interior, a guardar las motos, nos encontramos con una belleza muy curiosa: están terminando un alambique que a partir de Enero del próximo año producirá Tequila de agave y tal vez Pisco artesanal y propio. Hay que volver….

(*) Nota: El Callejón del Huaylas es un valle que separa en esta zona de los Andes dos sub-cordilleras. Al oriente, La Cordillera Blanca conformada por el Parque Nevado de Huascarán y otros picos nevados y más altos que las montañas del occidente, La Cordillera Negra, más bajos y sin nieve.Mañana nos proponemos cruzar la Cordillera Blanca, bajar las poblaciones de Yanama, Sapcha, Acochaca y volver al Callejón del Huaylas atravesando la Cordillera Blanca por la legendaria Punta Olímpica.


3 respuestas a “Ruta Andina 2.018 Crónica # 3

  1. Excelente relato. Como siempre.
    Si me permiten una sugerencia en vista de las quemaduras de piel que sufrieron Catalina y Mateo, que no solo deben cuidarse por sus trajes sino en la medida que ascienden a alturas considerables porque el sol a esos niveles puede quemar mas que en la playa.
    Traten de conseguir pencas (hojas) de sábila (aloe vera) y simplemente cortar en capaz y la cara húmeda colocarla en las partes quemadas del cuerpo y en la cara. Y es sugerencia para todos para protegerse la cara.
    ¡Buen viaje!

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