Uno de nuestros consejeros amigos fue precisamente el guatemalteco Francisco Samayoa, a quien habíamos conocido con Gabriela en un viaje anterior. Para completar lo que les decíamos de la amabilidad de la gente en Guatemala, el amigo Pancho nos ofreció una invitación a comer desde que lo contactamos para contarle que pasaríamos por acá. Efectivamente, en compañía de su esposa Gina y dos de sus numerosos hijos, Richard y Lui disfrutamos de una excelente comida, acompañada de buen vino. A ellos, “Muchas gracias!” en éstas crónicas.
Como pueden ver en la foto de la comida con la familia de Francisco, me tocó asistir con uniforme de moto… La razón? Muy sencillo: Pasó lo inevitable, lo que tenía que suceder!!! En este despelote de vida en Hotel diferente todos los días, empaque y desempaque, dejé en Honduras una bolsita con mis jeans, los únicos, con mis zapaticos de descanso nuevos, los únicos, el cinturón, el propio y una memoria USB. Pucha vida… Y darse cuenta en Guatemala, 300 Kms mas adelante y con una frontera de por medio no es fácil. Se me quedaron tambien las pepitas para la memoria !!
Espectaculares los tapetes. Mauro sera que los podemos vender?????? jejejejje
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jajaaaaaaa!!!! no gonzaaaa!!! como hace eso!
bueno… ahi en guatemala o en mexico se consigue jean barato!
abrazos.
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Hombre Gonzalo… Ya me extranaba que no hubiera robos ni anecdotas delincuenciales en el paseo. Si en este paseo no le roban los zapatos ni la ropa, pues entonces las bota ud!!! Claro, pa’ tener anecdota pa’l blog… Animo,
Mauricio (Posada)
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