Mas del Occidente Cundinamarqués

Reportaje de Gonzalo Bueno

Hace pocos días, el Sábado 25 de Agosto,  hicimos una nueva incursión por el occidente de nuestro departamento, por aquellos caminos veredales que nadie conoce.

En esta oportunidad salimos solos, Gabriela y yo, despues de conseguir una generosa invitación de Mauro para quedarnos a descansar en su casa de Peñalisa, pues sabíamos que lo planeado sería una jornada dura, aunque no teníamos certeza de cuanto. Realmente, para hacer este tipo de paseos por lugares que no se conocen y por caminos de tierra que pueden resultar pesados, es mejor buscar siempre la compañía de otros viajeros.

Inicialmente tomamos la Autopista a Medellín y fuimos hasta Guaduas. En este sitio, dejamos el asfalto y tomamos al suroeste, por una carretera secundaria que va de Guaduas a Cambao. El paisaje es espectacular, con fincas de pastos, ganado y caña muy bellas. El camino comienza a trepar la última etapa de la cordillera antes de bajar al valle del Río Magdalena, similar a la ruta tradicional que despues de Guaduas sube al Alto de La Mona para despues descolgarse a Honda.

Pero en este caso la gran diferencia es que despues de coronar el alto, la tal descolgada es muy abrupta. Esto es, la pendiente en los primeros kilometros de bajada es exageradamente inclinada. O por lo menos eso me pareció…

Estos son los retos a superar en los caminos desolados. No pasaba ni un alma, no nos habíamos  cruzado con nadie desde Guaduas. Comenzamos la bajada muy tranquilos, despacio y con buena letra, pero cada vez se hacía mas difícil y duro sostenerse. Los resbalones me recordaron que las dos llantas estaban ya un poco lisas, en el final de sus días.  Prudentemente le pedí a Gabriela que  caminara un poco pues sentía que la moto, por lo pesada me estaba ganando la batalla y no quería correr el riesgo de caerme con Gaba. Ya le había cuadrado toda la serie de «settings» que maneja este aparato: Cuadré la suspension electrónica en normal/hard, para terreno enduroso fuerte (doble montaña),  quité el ABS de los frenos, puse el control de tracción en la mitad y me encomendé a todos los santos (pero eso sin Arturo no funciona) y al Sensei de Yoga,  Suzuki Yosimonto. Pero nade de eso valió…..   Los frenos se fueron recalentando y cuando uno menos piensa, el freno trasero pasa de largo, llegando casi al piso sin detener el aparato, la velocidad va en aumento, la inseguridad tambien y hasta mas veloz aún  y no le queda a uno mas remedio que hacer lo que nunca se debe hacer; freno delantero fuerte!!! El resultado es un  inmediato beso al piso, como cuando el papa-viajero llega a un pais extranjero.

Afortunadamente esta situación solo se repitió una vez mas, pero sin consecuencias graves. Poco a poco la inclinación del terreno cede, la bajada se vuelve mas «normal» y es posible subir de nuevo a la paciente copiloto disfrutar otra vez del paseo. Son en total 42 kilómetros de vía en regular estado, pero como siempre digo: «Vale la pena correr el riesgo!!»

Despues de Cambao pasamos a Ambalema a turistear y cruzamos el Río Magdalena en un pequeño ferry que debe tener muchísimos años sacándole el quite  a las promesas fallidas de un puente real.

El final del paseo no tiene mucho que contar. Descanso en una magnífica casa, piscina y una buena dósis de Ron y Diclofenaco para los magullados huesos.


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