Reportaje de Gonzalo Bueno
El balance en Puerto Carreño no era del todo bueno, pero tampoco desastroso. No hubo caidas de motociclistas ni averías muy serias en los carros. Los peor librados fueron Javier y Clarita. En su camioneta Nissan rompieron el brazo compensador de la direccion y resultaba muy arriesgado manejar esa camioneta asi. Por otro lado, Clarita se sentía muy mal fisicamente.
Tenia un decaimento tenaz, mareos y sentia algo de fiebre. Pensamos que posiblemente era por la cantidad de polvo que habían recibido en el camino, pues en esa camioneta no tenían aire acondicionado, lo cual los obligaba a viajar con las ventanas abiertas, sumado a las sacudidas violentas de los huecos del camino. Javier la llevó al hospital de Carreño y le diagnosticaron un dengue !! Nos fuimos a dormir muy cansados en la esperanza de que en la mañana resolveriamos todo.
En la mañana, Tony, «el jabalí salvaje», nos divertía con sus salidas de perrito faldero. Acá lo encontramos descansando un poco en un sillón mientras miraba la TV.
Nos reunimos temprano con Rousvelt, nuestro guía Tuparro, a quien habíamos contactado desde Bogotá. El es un «operador» del parque, esto es, son personas autorizadas por Parques Nacionales para llevar grupos de turistas de forma organizada, de tal forma que cumplan con las normas mínimas de convivencia en un parque como estos: pagar la entrada, recoger basuras, no fogatas, acampar en los sitios autorizados, etc. Acordamos la salida a las 11:00 AM para darle un tiempo a los arreglos de última hora y para ver si salían algunos examenes de laboratorio de Clarita. Con el sentimiento permanente de que es siempre mejor viajar con mucho tiempo de sobra que a las carreras, salimos atropelladamente sobre la hora rumbo al sur, yendo paralelamente al Rio Orinoco por unos caminos absolutamente espectaculares.
Supimos que estas rocas conforman una famosa falla geológica, llamada la falla de las Guyanas, ó Macizo Guyánico, la cual contiene las formaciones rocosas mas antiguas de América. Las piedras volcánicas, en especial las de las orillas del Orinoco, son agujereadas como un queso gruyere y llevaron a Arturo a pensar que eran meteoritos que nos cayeron hace muchos años.
En este camino al Tuparro el objetivo era avanzar lo mas posible, para acampar ya en las estribaciones del parque. Las demoras, sin embargo, se presentaban al atravesar los caños pue en ellos se encuentran unos pequeños planchones que pasan 2 vehiculos a la vez y hay que esperar su turno. Acá los problemas son de dos tipos: uno la belleza increíble del paisaje que hace que uno no quiera irse del sitio, como en estas imagenes que pueden ver del Caño de Agua (ó será que se dice Caño Dagua ? nunca supe como era el nombre real)
La otra cuestión complicada es la entrada y/o la salida del caño, que casi siempres es en medio de unos arenales de muy dificil tracción. Con dificultad fueron saliendo Alejandro y Daniel, pero en el segundo turno le tocó primero a Rafa y muy desconfiado de sus propios recursos salió muy impulsado con consecuencias catastroficas:
Detras de él venia Javier Rugeles, sin tanto recurso pues su camioneta es 4 x 2 y estaba bien enterrado en la parte baja…
Como salir de esta enterradita ?? Mañana seguimos con la historia.