El lugar tiene una serie de restaurantes, ventas de frutas, vestieres, «alquiler de calzonetas«, en fin, toda la parafernalia que le corresponde a un sitio de éstos que se respete. Pero lo que tiene de particular es que toda la explotación turística del lugar es hecha en su mayoría por unos indígenas mayas conversos, de aquellos que como muchos de nuestros indígenas Wuayu en La Guajira, se niegan a soltar del todo sus costumbres ancestrales y conservan de sus costumbres lo que mas pueden. Comenzando por los dialectos. Son casi todos bilingües y nos contaban que aun perduran al menos 7 dialectos distintos (entre ellos mismos no se entienden).
Almorzamos un buen pescado frito, traído de otros ríos y continuamos nuestra ruta para las ruinas de Palenque. Este es otro hermoso lugar de los mayas, aun en el estado de Chiapas, que bien vale la pena visitar. De este lugar también montamos un video en el que queríamos que se escucharan unos ruidos muy particulares que hacen unos monos que viven en esta ciudadela maya.
Al anochecer estábamos entrando en la ciudad intermedia de Escárcega, un pueblo grande y sin mayor gracia que solo utilizamos para pernoctar.