Viajeros del Sur

Hoy ha sido un día de esos que uno puede catalogar como perfecto en un viaje de este tipo, aunque la salida del Hotel en el lago de Atitlán fue dura, pues ya nos estábamos acostumbrando a la buena vida y al disfrute del paisaje.

Hace nada les contaba de lo bien que nos fue en la frontera entre Honduras y Guatemala por cuenta de un funcionario re-gordo con novia paisa….

Pues sin haber ningún funcionario que tuviera algún nexo con Colombia, en ésta penúltima frontera, podemos decir sin temor a equivocarnos que esta es la MEJOR frontera que Uds. puedan imaginar. La razón es muy sencilla y nosotros ni siquiera lo sabíamos. En primer lugar, no hay tráfico de camiones y/o paso de mercancías al por mayor, pues no hay aduana como tal. Lo único que se permite pasar son los alijos de los lugareños y su “contrabando” normal y limitado, que no es otra cosa que el comercio normal de habitantes de zonas fronterizas, para quienes un puente, un río de por medio ó simplemente una “línea imaginaria” por el meridiano tal, no significan nada… Si el arroz o la sal están mas baratos del otro lado, pues se traen de allá y si el chocolate es mas barato acá pues se aprovecha y se lleva para venderlo de paso. En segundo lugar, como no hay aduana, se le entregó el servicio de vigilancia y control de internación de automóviles a una compañía privada, lo que hace que los funcionarios tengan una actitud absolutamente distinta a los que veníamos enfrentando con los funcionarios oficiales. Y en tercer lugar y como complemento ideal, no había nadie mas haciendo esa vuelta !!

A mitad de camino entre La Mesilla y San Cristóbal de las Casas nos paró el ejército y nos esculcaron las maletas, como para compensar la falta de aduana. Yo venía tan contento por lo bien que había salido todo que ni me importó; sin embargo, aunque ya nos habían dicho que esta práctica es muy común en todas las carreteras mexicanas, fue un poco exagerada la “raquetiada” con las maletas en el piso y las cosas por ahí regadas. Quise sacar una foto para registrar el momento y mostrárselas a Uds. en éste blog pero no me dejaron. De todas formas eso sirve… Dejaron la esculcadera. Y aun así, no nos bajaron el ánimo.

Ya en San Cristóbal, cuando estábamos escogiendo hotel, fuimos abordados por un motociclista muy especial, Carlos Alberto Ruiz. Arquitecto, propietario de una de las tres únicas BMW R1200GS, a decir verdad solo se cuentan unas 12 BM`s en toda la ciudad, en muy poco vimos que teníamos mucha afinidad y un montón de cosas en común.

Nos consiguió rebaja en la tarifa del hotel, caminamos juntos la ciudad y nos fue mostrando las plazas, iglesias y sitios de interés y finalmente terminamos hablando carreta en su casa, con unos tequilitas con quesadillas enchiladas preparadas muy amablemente por su señora, Doris, en compañía de su hijo menor Esteban, hasta la media noche.