Ruinas de Copán

Salimos de Tegucigalpa, sin muchas ganas de dejar nuestro hotelucho, no sin antes visitar el centro de la ciudad. Tomamos rumbo este a San Pedro Sula, la capital industrial y la segunda ciudad en importancia de Honduras. Pasamos por una ciudad también importante, llamada Comayagua, donde encontramos un compatriota muy amable, Rigoberto, administrando una bomba de gasolina. Rodeamos el Lago de Yojoa, donde hay numerosas ventas de pescado, ya sea crudo ó preparado en restaurantes.


La carretera, es muy agradable, sin mucha presión oficial, lo que permitía ir a buen ritmo, a diferencia de Costa Rica, muy vigilada y Nicaragua, en donde no pasamos de 80 Kms/hr para evitar cualquier tipo de contratiempos con las autoridades. En medio de las peloteras internacionales de los últimos días, conseguimos cruzar Nicaragua un día antes de que Ortega decidiera romper relaciones con Colombia.

San Pedro Sula nos decepcionó. Es un pueblo grande, ciertamente, pero Honda, Tolima, tiene un clima primaveral comparado con éste infierno. Nunca en mi vida había sentido un clima así. El aire y el ambiente es tan caliente que no se puede llevar la parte frontal del casco arriba y uno siente que pone el aire acondicionado cuando se encierra en el casco. No quisimos almorzar allá y seguimos de una sola vez a buscar la Ruinas de Copán. Hacia las 5 de la tarde llegamos a nuestro destino, un pueblo pequeño de unos 8.000 habitantes que vive del turismo que atrae las visitas a las ruinas mayas que han venido descubriendo y que, al decir de nuestro guía, aun faltan unos 300 años para seguir estudiando y descubriendo toda la ciudadela que ahí se encuentra bajo tierra.


La visita la hicimos el sábado 8 de Marzo, en la mañana, día de la Mujer y día muy importante para Laura, mi futura pasajera. Lamentablemente no la conseguí cuando la llamé. Dejamos provisionalmente todos nuestros porotos en el Hotel, listos para continuar nuestro rumbo a la frontera de Guatemala que está a escasos 12 kms del pueblo.

Sin embargo, la visita a estas ruinas debe hacerse sin afanes y por ello le dedicamos el tiempo. Es realmente sobrecogedor sentir el poderío, el desarrollo y la organización de los Mayas y uno se transporta en el tiempo cuando oye las historias y las explicaciones del guía. El vestuario, los atuendos, el juego de pelota, los sacrificios …

Y a todas estas uno esta metido en un ambiente natural, donde éste tipo de árboles, una pequeña Ceiba, parece sembrada por el primer emperador maya que vino desde Tikal a fundar su imperio en estos lados de Copán.


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